Por Florencia O’Keeffe 

Sin reconocimiento. Los pediatras aseguran que el sistema de salud no los valora y las condiciones laborales son malas 

El Día del Pediatra, que se conmemoró el jueves, se instauró en la Argentina desde 1973 en honor a la fundación de la Sociedad Argentina de Pediatría (SAP) fundada el 20 de octubre de 1911. Este año, en el marco de una crisis sin precedentes de la especialidad, los miembros de la Sociedad de Pediatría de Rosario (SPR) emitieron un duro texto en el que expresan su descontento por los bajos salarios y el poco reconocimiento a esta profesión.

Los médicos aseguran que casi nadie quiere elegir la especialidad (muy pocos optan por la residencia de pediatría). A este ritmo, advierten que en diez años no habrá especialistas en atención de niños. 

 “En la ambivalencia del este día in-feliz, de bolsillos vacíos, con el alma llena de horas invertidas en hogares ajenos, de pestañas marchitas y conciencia repleta, de abrazos prestados y contención sin abrigo, de aplausos ilusos y promesas volátiles. En este día raro de festejar, nuestra vocación se tiñe de gris por la emergencia profesional, donde está instaurado que los pediatras vivimos del aire, que finaliza nuestra jornada y descansamos tranquilos, que apagamos una computadora y nos olvidamos de todo”, señala el escrito, firmado por la Sociedad de Pediatría de Rosario, entidad que nuclea a 1.100 pediatras.

El texto se compartió por WhatsApp entre los colegas y en las redes sociales, y llegó a todos los rincones del país.

La autora es Jorgelina Cesolari, secretaria del Comité de Neonatología de la entidad. Los responsables de todos los comités de la entidad local estuvieron de acuerdo con el contenido, y así fue que la presidenta de la Sociedad de Pediatría de Rosario, Carolina Viteri, no dudó en convertirlo en la voz oficial, nada menos que en una jornada tan especial como la del 20 de octubre en la que se homenajea a los especialistas que se dedican al cuidado de la salud de la población infantil y adolescente.

Claramente, este año, tienen poco para celebrar. “Estamos en emergencia porque para la sociedad nuestra vocación no vale, pero sepan que sí tiene precio”, agrega el mensaje difundido por los especialistas.

El texto culmina con esta frase : “La hermosa vocación de ser pediatra con alma llena y los bolsillos vacíos”.

La inmediatez y lo que no se valora

El jueves, durante la conmemoración a nivel nacional, Pablo Moreno, presidente de la Sociedad Argentina de Pediatría, dio un extenso discurso. Allí dedicó un capítulo importante a hablar del ejercicio profesional.

Moreno, alineado con sus colegas de toda la Argentina, planteó el “difícil escenario” que atraviesan y señaló que “confluyen condiciones de trabajo muchas veces inaceptables, malas remuneraciones, inestabilidad laboral, falta de estímulos adecuados para el crecimiento en la profesión y situaciones de violencia, por señalar las más evidentes”.

En diálogo con La Capital, Carolina Viteri, al frente de la entidad en Rosario, analizó la actualidad y contó los motivos por los cuales la sociedad científica que preside decidió plantear en forma pública, y con crudeza, lo que viven y sienten hoy muchos de los pediatras. 

“Tal como lo expresó Moreno, el burnout (agotamiento causado por el excesivo trabajo y malas condiciones laborales en general) es tremendo en nuestra especialidad. Tenemos un gran flujo de trabajo todo el año, y esta vez ni siquiera en octubre, que era un mes en el que solíamos estar un poco más relajados, podemos descansar (hay un brote de enfermedades respiratorias infantiles que tiene a los pediatras trabajando a full). Esto expone aun más la situación crítica en la que estamos”, afirmó la médica.

“Es un momento realmente complicado también en lo económico. Lo nuestro es vocación absoluta, y de hecho, la gente lo ve como un sacerdocio, pero todo ese sacrificio no es compensado para nada con lo que ganamos. Es imprescindible que el sistema de salud revise esto”, agregó.

También se refirió a las presiones de las familias que en un contexto “de gran inmediatez” llegan al consultorio “exigiendo que les resolvamos cualquier tipo de problema ya”.

“Se fue perdiendo la empatía”, señaló la pediatra. 

“Cada niño es único y necesita tiempo. Tiempo para atenderlo _ el que muchas veces no tenemos por las exigencias del sistema_ y tiempo para tratarlo, pero los padres y madres no siempre lo entienden y hasta se generan situaciones violentas. Es muy frustrante. Es triste”.

Viteri puntualizó: “Los pediatras estamos sacando a la luz un problema que viene de hace tiempo pero no damos más. Obviamente no vamos a dejar de atender pero necesitamos respuestas concretas. Esta es una situación crítica, los médicos que se reciben no quieren hacer pediatría, lo que es comprensible. Si seguimos así en diez años no habrá médicos para los chicos”.