Alejandro Horvat

En la Argentina, la semana pasada comenzó la vacunación antigripal en medio de una suba prematura y pronunciada de casos de influenza H3N2. Pero el alza temprana en el número de infecciones no fue la única novedad. Este año, por primera vez a nivel local, se ofrecerán las vacunas contra la influenza desarrolladas a partir de la tecnología de cultivo celular, además de las clásicas que se producen a partir de huevos embrionados.

Esta diferencia, lejos de ser un mero tecnicismo, tiene grandes beneficios, según explicaron los especialistas consultados por la nacion. Por ejemplo, ya no es necesario usar y luego desechar millones de huevos de gallina para elaborar vacunas. Además, afirman que mejora la eficacia porque evita la llamada “adaptación al huevo”, que se da cuando la replicación del virus dentro del huevo genera modificaciones que derivan en una menor coincidencia entre las cepas circulantes y la contenida en la vacuna.

“Con la vieja tecnología de huevos embrionados, que se usa hace 80 años, por cada vacuna se usa un huevo. Esto quiere decir que la producción de vacunas demanda millones y millones de huevos alrededor del mundo que deben tener determinadas características de producción para evitar la contaminación. Claramente hay que ir hacia un modelo de producción de vacunas más sostenible”, argumenta Enrique Casanueva Martínez, infectólogo y asesor del Servicio de Infectología Pediátrica del Hospital Austral.

Para la campaña de vacunación contra la influenza el Estado entrega las vacunas trivalentes fabricadas en huevo. Este año el Ministerio de Salud de la Nación adquirió 9.600.000 unidades contra la gripe, lo que demandó esa misma cantidad de huevos para su producción. Mientras que el sector privado ofrece las tetravalentes, que no solo brindan protección contra dos variantes de la gripe A, sino que agregan protección contra dos linajes de la influenza B.

Producción

Daniela Hozbor, directora de grupo en el Laboratorio VacSal de la Universidad Nacional de La Plata e investigadora principal del Conicet, explica que una vez definidas las cepas a emplear, los virus se inyectan en huevos de gallina fertilizados y se incuban por varios días para que los virus se repliquen. Luego, el líquido que contiene el virus se cosecha de los huevos, y en el caso de las vacunas inactivadas contra la influenza, los virus de la vacuna se inactivan y el antígeno se purifica.

La especialista señala que, en este tipo de cultivo, el virus puede presentar algunas mutaciones para poder adaptarse y reproducirse mejor, y de ese modo no ser tan similar a las variantes circulantes, contrario a lo que sucede con las de cultivo celular, que logran una similitud antigénica de casi 100%.

Para la producción de las vacunas de tecnología celular, se toma el virus de la influenza y se replica en células de origen animal (mamíferos). “Se usan células específicas que permiten la reproducción del virus. Son más fáciles de producir, eso representaría una gran ventaja en medio de una pandemia porque sería más sencillo escalar su producción”, indica Casanueva Martínez.

“Hay muchas vacunas que se hacen en líneas de cultivo celular. Hace algunos años se empezó a hacer con el virus de la influenza y ese tipo de vacuna ya se aplica en varios países de Europa y en Estados Unidos. El virus que se toma como candidato es el que la Organización Mundial de la Salud prevé que será el de mayor circulación, y ese virus candidato se replica en células de origen animal”, detalla Pablo Bonvehí, jefe de Infectología del Cemic y miembro de la Comisión de Vacunas de la Sociedad Argentina de Infectología (SADI).

Ventajas

“Las vacunas de línea celular se pueden almacenar por más tiempo y es más fácil aumentar su producción. Pero, además, las de huevos embrionados a veces muestran ciertas mutaciones que hacen que el virus no sea exactamente el virus circulante, y se vio que esa diferencia tiene mayor impacto con el virus A H3N2, que es el que circula actualmente. Aunque, por supuesto, eso no quiere decir que las de huevo no sirvan, pero posiblemente se vaya generalizando el uso de estas nuevas vacunas”, agrega Bonvehí.

En el mundo, muchos que son alérgicos al huevo prefieren no vacunarse contra la gripe. Si bien, según explica Casanueva Martínez, debe ser una alergia “muy comprobada” como para tener una contraindicación absoluta de vacunarse, con la tecnología de cultivo celular ese problema desaparecería.

“Ese tipo de alergia es un hecho infrecuente, pero dentro de la infrecuencia se da más en los niños. Ese ya no sería un problema con las vacunas de línea celular”, concluye Bonvehí.