Salud. El paso de los años afecta el correcto funcionamiento del cristalino y se dificulta enfocar objetos a corta distancia
Alejandro Horvat
Alejandro Mattera, de 46 años, solía dedicarle todas las noches algunos minutos a la lectura. Su costumbre era sentarse siempre en el mismo sillón y prender una lámpara de pie que bañaba las hojas con una luz cálida. Sin embargo, ese ritual placentero empezó, de a poco, a dejar de funcionar.
“Me costaba hacer foco en las letras. Cerraba un poco los ojos, como forzando la vista, y ahí mejoraba, pero no es algo que uno puede hacer durante varios minutos seguidos. También, obviamente, me pasaba lo mismo con el celular. Evidentemente necesitaba una corrección”, lamenta Mattera, que consultó a un oftalmólogo y le diagnosticó presbicia.
“No sabía lo que era porque nunca tuve ningún problema en los ojos y creo que hacía 20 años que no me hacía un control oftalmológico”, afirma.
La presbicia es el resultado casi inevitable del paso de los años. “El ojo cuenta con un lente, que se llama cristalino, que tiene la capacidad de hacer foco en objetos que están cerca. Por el paso del tiempo, uno pierde esa capacidad”, detalla Rogelio Ribes Escudero, jefe de trasplante de córnea del Hospital Alemán.
Germán Bianchi, jefe de trasplante de córnea de la Clínica Nano, lo explica de otro modo: “El ojo tiene un sistema óptico formado por dos lentes; el externo, que es la córnea, y el interno, que es el cristalino. El lente interno con los años disminuye su elasticidad y eso genera una pérdida en la capacidad de ver objetos cercanos. Se va alejando el punto próximo de la visión”.
Si bien no hay cifras oficiales sobre presbicia, los especialistas consultados por la nacion señalan que afecta a aproximadamente el 95% de las personas entre los 40 y los 60 años.
En los pacientes que son hipermétropes, suele aparecer antes porque en los ojos cortos (globo ocular más pequeño), el esfuerzo para ver imágenes cercanas es mayor. En los miopes (ven mal de lejos y bien de cerca), el punto próximo de visión siempre es más cercano al ojo, entonces tardan más tiempo en padecer la presbicia.
Señales
El primer síntoma, tal como le sucedió a Mattera, es necesitar alejar los objetos del rostro para poder ver las imágenes cercanas. Eso provoca que la persona cierre los ojos para ver de cerca, esfuerce la vista y eso le genere, por ejemplo, dolores de cabeza. Entonces, se requiere hacer una consulta oftalmológica.
“El examen oftalmológico que se suele realizar es una revisación completa de la parte ocular, de la agudeza visual de cerca y de lejos, y si no tiene ningún vicio de refracción para ver de lejos, se le pregunta cómo ve la cartilla de manera cercana. En caso de que no la vea bien o que ya haya mostrado manifestaciones como la cefalea o el cansancio, se prueba el menor aumento posible para la corrección de la presbicia hasta que el paciente se sienta cómodo. Luego se realiza un fondo de ojos para determinar la graduación que tiene el paciente con las pupilas dilatadas y también se debería revisar la retina central y periférica”, sostiene Bianchi.
Por su parte, a modo de consejo, Escudero sugiere tratar de evitar el uso de anteojos en las primeras etapas de la presbicia y luego comenzar con el menor aumento posible. “El cristalino depende de un músculo que se llama ciliar. Cuando uno usa lentes deja de hacer esfuerzo, el ciliar pierde fuerza y la presbicia avanzará más rápido. Lo que sugiero es usar una buena luz e implementar un anteojo con la menor graduación para evitar la sobrecorrección. Por eso también es muy importante no autorrecetarse los anteojos o usar los lentes de un amigo o un familiar para leer. Además, los ojos siempre son diferentes uno del otro y por eso necesitan correcciones distintas”, describe el especialista.
Adriana Tytiun, directora médica de Centro de Diagnóstico y Tratamiento Ocular, agrega que, además de la posibilidad de recetar anteojos para ver de cerca –o multifocales si el paciente lo necesitara– existe la vía quirúrgica para solucionar la presbicia.
“Antes de avanzar con una cirugía, debe evaluarse la salud ocular para determinar si es factible la operación. La técnica básica para esa intervención es una cirugía de cristalino usando ultrasonido o láser, en la que se fragmenta el cristalino dentro del ojo, se lo absorbe y se coloca en su lugar una lente intraocular que permite enfocar de lejos y de cerca. La capacidad de ver nuevamente a distintas distancias estará determinada por las características de la lente intraocular”, señala Tytiun.
La especialista explica que la cirugía se realiza en un quirófano, con anestesia en gotas e intraocular, sin necesidad de dormir al paciente por completo.
“Generalmente operamos un ojo por vez con diferencia aproximada de una semana entre cada ojo, aunque en algunos casos esto puede variar. Existe una preparación previa, unos días antes, y un tratamiento posoperatorio que también se modifica según los lineamientos que siga cada profesional, pero en todos los casos se utilizan antibióticos y antiinflamatorios. En general el paciente puede retomar sus tareas habituales entre dos días o una semana después, en función de la exigencia laboral. Deben tomarse muchos recaudos en el tema higiene y riesgo de traumas, por lo que en el posoperatorio inmediato están indicados anteojos de sol, así como protectores oculares para dormir”, concluye Tytiun.