19 de abril de 2022

Cristian Mira

Patricio Grassini, profesor de la Universidad Nebraska-Lincoln; Daniela Regeiro, analista de la Bolsa de Cereales; Fernando Andrade, Investigador de INTA y Conicet; Juan Pablo Monzón, investigador del Conicet y Agustín Tejeda Rodríguez, Economista Jefe Bolsa de Cereales

Cualquier aumento de producción de granos en el país, utilizando la misma superficie que en la actualidad, deberá contemplar un mejor y mayor uso de los nutrientes.

Esta es la conclusión de la “Declaración de Buenos Aires sobre la Brecha de Nutrientes en Argentina” que un grupo de más de 50 investigadores, técnicos y productores de instituciones públicas y privadas dieron a conocer hoy durante una reunión en la Bolsa de Cereales de Buenos Aires en el marco de un proyecto de investigación sobre brechas de rendimiento que realizan con la Universidad de Nebraska, de Estados Unidos.

“Concluimos que cualquier programa que tenga como objetivo aumentar la producción y los rendimientos de manera sostenible y bajo buenas prácticas agrícolas, mejorando la salud del suelo a través del tiempo, va a requerir de un reconocimiento explícito de la necesidad de un mayor y mejor uso de nutrientes en los sistemas de producción de grano en Argentina”, dijeron en la declaración.

Para los investigadores, la Argentina tiene una oportunidad de satisfacer la creciente demanda mundial de alimentos, fibras y biocombustibles si acorta la brecha de rendimientos de los cultivos entre el promedio actual y el potencial que ofrecen.

“Mayores rendimientos implican mayores demandas de nutrientes. El desafío es satisfacer dichas demandas de nutrientes de los cultivos minimizando los impactos negativos sobre el ambiente”, expresaron y explicaron que “cuando la provisión de nutrientes es deficitaria en el largo plazo, se produce una degradación de las propiedades biológicas, químicas y físicas del suelo (por ejemplo, pérdida de materia orgánica). En el sentido contrario, cuando la aplicación de nutrientes excede largamente la demanda nutricional del cultivo, aumentan las pérdidas de nutrientes del sistema, resultando en impactos negativos sobre el ambiente”.

Según explicó Juan Pablo Monzón, docente de la Universidad de Mar del Plata que participa de la investigación sobre brechas de rendimiento con la Universidad de Nebraska, la Argentina presenta un balance de nutrientes negativo, superior, inclusive, al que tiene África, que aplica bajas dosis de fertilizantes, y notablemente inferior al de Estados Unidos. Así, mientras el balance negativo, entendido como la diferencia entre lo que se repone y lo que extraen los cultivos es de 35 kg. por hectárea en la Argentina, en África es 16 kg/ha y en Estados Unidos es positivo en 51 kg/ha.

En la declaración, los investigadores alertaron que “las aplicaciones actuales de nitrógeno, fósforo y azufre a nivel promedio en Argentina no son suficientes para cerrar la brecha de rendimiento en los principales cultivos y, en la mayoría de los casos, los balances negativos indican exportación neta de nutrientes de los suelos”.

Eficiencia

Pero además de un mayor uso de nutrientes, los investigadores destacaron que debería haber un “incesante esfuerzo para mantener una alta eficiencia”, y señalaron que se deben atender las “Pre-condiciones para asegurar un uso eficiente y rentable de los nutrientes” que “incluyen un manejo adecuado de los mismos (en términos de cantidad, fuente, y forma y momento de aplicación) y de otros factores que determinan el rendimiento (fecha de siembra, secuencia de cultivos, enfermedades, insectos y malezas, etc.)”.

En la declaración sostuvieron que, de acuerdo con los ensayos a campo realizados, la evidencia empírica “muestra respuestas rentables en rendimiento a aplicaciones de nutrientes por encima de las dosis promedios actuales”.

Según explicó Monzón, en maíz, se logró un aumento de 15% en los rindes, en trigo, 22%, y en soja 22%. Estos niveles de incremento, señaló, “son equivalentes a cerrar la brecha de rendimiento explotable para esos cultivos en la Argentina”.

El texto de los técnicos e investigadores añadió que “otra pre-condición para asegurar la respuesta al uso de nutrientes es evitar la degradación de los suelos (erosión, compactación, etc.) y rehabilitarlos cuando sea necesario”.

Factores

Aunque en la declaración no se mencionó, en la charla posterior a la presentación se analizaron las diferentes estrategias para impulsar una mejora del balance negativo de los nutrientes. Al respecto, Agustín Tejeda Rodríguez, economista jefe de la Bolsa de Cereales de Buenos Aires, recordó que en el proyecto de ley de fomento agroindustrial hay una propuesta de desgravar impositivamente el uso de fertilizantes.

Aunque se lamentó de que la iniciativa no fue tratada en las sesiones extraordinarias del Congreso, destacó que una eventual desgravación del impuesto a las ganancias por el uso de nutrientes tendría un aumento de 8 millones de toneladas de granos de la cosecha si se pudiera desgravar el 50% y de 18 millones de toneladas si la reducción tributaria fuera del ciento por ciento. Además, el valor agregado de la producción se incrementaría en US$2048 millones, en un escenario de mínima, y US$4979 millones en uno de máxima.

Pero además del incentivo legal, Tejeda Rodríguez señaló que “la mayor distorsión de precios relativos se da por los derechos de exportación” y que cuando estos se eliminaron hubo un salto en los rendimientos promedio de los cultivos.