En las dos primeras semanas, asistió apenas un 22% de los menores de entre uno y cuatro años inclusive, que deben recibir una dosis adicional de esas dos vacunas

Fabiola Czubaj 

Esta campaña de seguimiento es clave ante los brotes recientes en el mundo

En las dos primeras semanas de la campaña nacional de seguimiento de la vacunación contra dos enfermedades que tienen en alerta al mundo –la polio y el sarampión–, solo un 22% de los chicos de entre uno y cuatro años recibieron la dosis adicional y obligatoria. Esto genera preocupación por el nivel de protección ante un posible brote.

En las dos primeras semanas de la campaña de vacunación infantil contra sarampión, rubeola, paperas y polio, preocupa la baja concurrencia a los vacunatorios. Hasta anteayer, era de apenas el 22% de los menores de entre 1 y 4 años inclusive, que necesitan una dosis adicional de las vacunas triple viral y antipoliomielítica. De seguir así, no se llegaría a fin de mes con el objetivo acordado por las autoridades sanitarias del país de alcanzar al 80% de esos bebés y chicos y, a mediados del mes que viene, al 100%.

Son los que nacieron entre el 1º de noviembre de 2017 y el 31 de agosto del año pasado. La indicación es que, independientemente de las dosis recibidas de ambas vacunas, reciban una extra para sostener la protección en ese grupo, en especial ante el aumento del riesgo en la región por la aparición de brotes.

La cantidad de menores que entre 2018 y 2021 no recibieron la primera dosis o que les falta completar el esquema inicial contra la polio es de 580.464, mientras que el número sin la primera dosis de la triple viral que, por calendario, se aplica al año de vida es de 713.000 desde la edición previa de esta Campaña Nacional de Seguimiento contra Sarampión, Rubeola, Paperas y Poliomielitis, que termina el 13 del mes que viene.

Aun cuando en las provincias coinciden en que el avance en la aplicación de ambas vacunas es parejo, lo que describe un buen trabajo de los vacunadores, ya hay preocupación entre los responsables de los programas de inmunizaciones provinciales por la cobertura a lograr en las tres semanas que restan de campaña. Hay distritos en los que recién se alcanzó apenas un 5% de los chicos susceptibles y, pocos, entre un 30 y 40%, de acuerdo con los registros oficiales que comparten los distritos. Eso se traduce en un 22% como promedio nacional, como última estimación.

Por edades, el avance es levemente mejor entre los de tres y cuatro años, que en los de uno y dos años.

“La campaña va mal”, afirmó por redes sociales Iris Aguilar, jefa de Inmunizaciones del Ministerio de Salud de Mendoza. Lo atribuyó a que los padres responden que no es necesaria la vacunación y algunos médicos comparten la opinión de las familias. En ese distrito, desde el 1° de octubre, cuando arrancó la campaña, solo se vacunó el 20% de los más de 100.000 chicos, de entre 13 meses y cuatro años, por alcanzar.

En Córdoba, de acuerdo con información provincial, lo hizo el 15%, con departamentos que llegaron al 30% (General Roca, General San Martín, Minas, Roque Sáenz Peña, Río Primero, Río Seco, Sobremonte, Totoral). En la Ciudad de Buenos Aires, concurrieron a los vacunatorios del sector público el 22% de los menores a inmunizar, según indicaron desde el Ministerio de Salud porteño con el cierre de semana.

“Nadie con un mínimo de racionalidad quiere ver sarampión ni niños condenados a la polio –posteó Aguilar ante los datos que monitorea en Mendoza–. Nosotros estamos, necesitamos que nos ayuden y se sumen. Cuando los vacunadores asisten a los jardines maternales, se encuentran que los chicos no van.”

Por calendario nacional, la primera dosis de la triple viral (contra sarampión, rubeola y paperas) se aplica al año y, la segunda, a los cinco para el ingreso escolar. El esquema básico con la vacuna antipoliomielítica incluye dosis a los dos, cuatro y seis meses, con un refuerzo a los cinco años.

Para Ángela Gentile, jefa de Epidemiología del Hospital de Niños Ricardo Gutiérrez y presidenta de la Comisión Nacional para la Eliminación del Sarampión, es necesario impulsar esta campaña en la comunidad, con una participación más activa de padres y pediatras. “Tendríamos que tener un porcentaje cubierto más elevado a dos semanas”, opinó la pediatra. En los chicos de un año, continuó, podría estar influyendo la espera de un mes entre la dosis de calendario de triple viral y la adicional de la campaña, pero aun así consideró que ya debería haberse cubierto el 40% de todo el grupo de susceptibles.

“Los jefes de inmunizaciones de todo el país tratamos de compartir experiencias y de buscar las razones. Creemos que tiene mucho que ver con el cansancio pospandemia, con que la gente está saturada y cansada de escuchar sobre el tema de campañas y vacunas. También, porque no queda claro cuál es el fundamento de realizar estas campañas de seguimiento cada cuatro años”, amplió Aguilar y avanzó sobre la noción de lo que se conoce como “fallo vacunal”.

“Llega al 10% y tal vez no lo hemos explicado claramente como para que los padres vean la importancia de recibir las dosis adicionales [de estas dos vacunas] –sostuvo la funcionaria–. Hay que seguir trabajando y llegar a la mayor cantidad de niños vacunados. Es una campaña breve, ya que termina el 13 de noviembre. Por lo tanto, para estar debidamente protegidos en un mundo globalizado, es no solo tener el calendario de vacunación al día sino cumplir con las dosis de adicionales.”

Gentile recordó que los menores pueden ir acompañados de cualquier adulto a cargo al vacunatorio más cercano y no es necesaria una indicación médica. La especialista recomendó que los chicos inmunosuprimidos consulten antes con el pediatra de cabecera y aclaró que tanto la dosis de triple viral como la antipoliomielítica se puede aplicar simultáneamente con la de Covid recomendada en pediatría.

“Esta campaña es clave porque no solo hay que mirar 2021, sino 2020 y los años anteriores, en los que acumulamos chicos con esquemas incompletos o sin vacunar –explicó Gentile–. Es muy importante pensar que necesitamos como país una cobertura por encima del 90% con ambas vacunas y, además, recuperar lo previo. El Ministerio de Salud de la Nación estimó en más de 700.000 los chicos susceptibles para sarampión y en más de 500.000 para polio, así que por eso esta campaña es con ambas vacunas. El sarampión y la polio son, actualmente, las enfermedades en las que el mundo y la región está poniendo énfasis para mantener su eliminación y lograr su erradicación.”

El miércoles pasado, la directora de la Organización Panamericana de la Salud (OPS), mencionó la necesidad de que la región aumente la cobertura de vacunación contra la polio y la vigilancia epidemiológica, con cuatro países (Brasil, Perú, Haití y República Dominicana) con “muy alto riesgo” de tener un brote de la enfermedad y otros ocho, entre los que está la Argentina, de riesgo alto.

“La vigilancia de la polio es más fácil porque hay que captar a todos los menores de 15 años con parálisis aguda fláccida, que requiere cuidados hospitalarios –señaló Gentile–. El sarampión, en cambio, al ser una erupción de comienzo brusco y con fiebre, se ve más en los consultorios o los centros de salud. Es por esto, que la notificación y las acciones a seguir corren más riesgo de retrasarse. Es fundamental estar muy atentos porque la situación mundial y regional es de alto riesgo.”

En un nuevo informe sobre la preparación sanitaria para la detección y respuesta, la Comisión Regional para la Certificación de la Erradicación de la Poliomielitis (RCC, por su sigla en inglés) de la OPS difundió el mes pasado una actualización de la evaluación anual de siete indicadores. La Argentina, de acuerdo con esos resultados, sigue siendo un país libre de poliovirus, hizo un análisis de riesgo y minimizó la posibilidad de reintroducción del virus (contención) relacionada con la manipulación o almacenamiento de materiales infecciosos o potencialmente infecciosos.

Pero, por su nivel de cobertura de la vacunación, es un país de muy alto riesgo, con vigilancia epidemiológica que hay que reforzar y sin un plan de mitigación de riesgo ni preparación ante un posible brote, según se definió en la 14ª Reunión de la RCC en la ciudad de México.