Soledad Vallejos

“Me parece un poco precipitado. La pandemia sigue y los chicos ya están acostumbrados a usar el barbijo. No entiendo cuál es el apuro en tomar esta decisión un mes antes de que terminen las clases. Es algo apresurado, que tiene más riesgos que beneficios”, dice Victoria Pardo, que es farmacéutica y madre de dos chicos en edad escolar, al enterarse de la nueva medida que fue anunciada ayer por el gobierno porteño, y que puso fin al uso del tapabocas en el aula para los alumnos desde jardín de infantes hasta tercer grado de establecimientos públicos y privados.

El objetivo, según informó la Ciudad, es mejorar el aprendizaje y la sociabilización de los alumnos en una etapa clave del aprendizaje. “Después de analizarlo con nuestros equipos y especialistas, observamos que el uso de tapabocas, sobre todo en esta etapa escolar, crea una barrera en la interacción de los chicos tanto con sus compañeros como con sus docentes”, dijo el jefe de gobierno porteño, Horacio Rodríguez Larreta, que encabezó el anuncio y justificó la decisión en la mejora de los datos epidemiológicos. “Ahora que la situación sanitaria es alentadora y aprovechando estos días en los que la temperatura acompaña, decidimos que los más chicos no tengan la obligación de estar en el aula con tapabocas”.

Consultados por la nacion, los especialistas respaldaron la medida, que era un reclamo de Padres Organizados y que desde hace varias semanas comenzó a circular en redes. Pero las opiniones de las familias son disímiles, y muchos padres descargaron su bronca en los grupos de chat al conocer la noticia. Hay colegios que decidieron que seguirán con el uso del barbijo dentro del aula.

En la institución Sagrada Familia, en Flores, afirmaron que la flexibilización no se pondrá en marcha de manera automática. “Dada la altura del año, y teniendo en cuenta que el hábito ya se instaló en los chicos, no vamos a liberar el uso de un día para otro”, dijo Maximiliano Borgia, director general de administración del colegio. En sintonía opinó la directora de los niveles inicial y primario de la misma escuela, Patricia Salaverry, al considerar: “Si bien el tapabocas dificulta la expresión oral de los chicos y la comprensión de los fonemas, falta tan poco para que termine el año que esto no va a marcar ninguna diferencia significativa”.

Para el infectólogo y pediatra del Hospital Gutiérrez Eduardo López, la medida es acertada mientras no aumenten los casos y se escale en la vacunación de la población. “En los más pequeños no está mal relajar el uso del tapabocas, pero no así en los adolescentes. Y lo que hay que controlar en las aulas es que se cumpla con el resto de las medidas, como la ventilación cruzada y la higiene de manos”.

Desde el Ministerio de Educación porteño, recordaron que el 20 de octubre pasado ya se había flexibilizado el uso del tapabocas para las actividades al aire libre de los alumnos de todos los niveles. Y que esto significa “un nuevo paso” en el camino hacia la nueva normalidad también dentro de las aulas.

“La nueva medida es posible gracias a la evolución favorable de la situación sanitaria y al avance del plan de vacunación contra el Covid-19, que ya alcanza al 75,3% de los porteños con el esquema de inmunización completo. Además, se mantiene la limpieza y desinfección de los establecimientos educativos, la correcta ventilación de los espacios y los testeos, siempre que corresponda en coincidencia con los protocolos vigentes”, señala el comunicado de la cartera educativa porteña.

Mariela Blanco, contadora, es madre de Lola, que tiene 5 años, y considera que la iniciativa es apresurada: “La verdad es que podrían esperar hasta el año próximo. Se lo sacan al aire libre, para el desayuno, la merienda, el almuerzo y para la clase de educación física. ¿Ahora van a estar todo el día sin barbijo? No entiendo el sentido”.

“Siento que nos estamos relajando demasiado y que ya vimos lo que pasó en otros lugares del mundo, como Israel –agrega Alejandra Efrón, madre de tres chicos en edad escolar y creadora de @alelitips–. Teniendo la oportunidad de ver por adelantado lo que pasa en otros países deberíamos aprovecharlo”.

Como miembro de la Sociedad Argentina de Infectología (SADI), Elena Obieta también considera adecuada la decisión: “Tiene que ver con que sabemos que los chicos contagian menos, y porque al tener una mayor cobertura en términos de vacunación se pueden flexibilizar algunas cuestiones, como el uso del barbijo en los más pequeños. La situación epidemiológica sigue siendo favorable, pero hay que insistir con la vacunación en todos los grupos etarios”.

De todas formas, a pesar del panorama favorable y la aprobación de los expertos, muchas familias y colegios no van a adherir a la medida hasta que finalicen las clases. “Nosotros vamos a seguir usando el barbijo. Los chicos están uno encima del otro, y ellos también se contagian”, concluyó Alicia Pérez, directora del nivel inicial y primario del Instituto Rosa Anchorena de Ibáñez, en el barrio de Constitución.

En algunas de las cámaras que agrupan a los colegios privados también recomendaron a sus socios no implementar la resolución de manera inmediata, a pesar de entender el hartazgo de la población de estudiantes y la necesidad de fortalecer la comunicación y los vínculos entre pares, algo que con el uso del tapabocas se hace más difícil.

Por eso, Patricio Villegas, que es referente de 55 colegios de gestión privada de Aiepba/Junep para la ciudad de Buenos Aires, valida el criterio de muchos de los directores de escuelas que no se acoplaron a la decisión oficial. “Entendemos la necesidad de dejar los barbijos de lado, porque causó daño en la relación entre los chicos y quedó demostrado en la última encuesta que hicimos. Pero la pandemia tampoco ha terminado y no sabemos si habrá nuevos rebrotes, y no hay que bajar los brazos”.