• LA NACION
  • 22 Oct 2022

Ya no existen dudas sobre los riesgos de fumar o de exponerse al humo pasivamente: cáncer de boca o pulmón, enfermedad isquémica del corazón y pulmonar obstructiva crónica son algunos de ellos. Según la Organización Mundial de la Salud, el tabaco mata a más de ocho millones de personas cada año y es responsable del 50% de todas las muertes evitables en fumadores, la mitad de las cuales se deben a enfermedades cardiovasculares ateroscleróticas, como ataques cardíacos y accidentes cerebrovasculares. También aumenta mucho el riesgo de sufrir enfermedades del corazón, enfermedad vascular periférica y aneurisma de la aorta abdominal. El tabaquismo acelera la frecuencia cardíaca, contrae las arterias principales y puede ocasionar alteraciones en el ritmo de los latidos del corazón.

Un estudio presentado en el Congreso de la Sociedad Europea de Cardiología, en Barcelona, confirmó que esos riesgos son aún más severos. Una investigación de científicos de Dinamarca expuesta en el Congreso ESC 2022 arrojó que, entre los participantes del estudio, hubo quienes lograron restaurar funciones cardíacas cuando abandonaron el cigarrillo.

Según manifestó su autora, Eva Holt, del Hospital Herlev and Gentofte de Copenhague, Dinamarca, “cuanto más se fuma, peor se vuelve la función cardíaca”.

Del estudio participaron 3874 personas de 20 a 99 años, sin enfermedad cardíaca, quienes se sometieron a una ecocardiografía.

Los investigadores compararon las medidas del órgano vital de los fumadores actuales con las de los que nunca habían fumado después de ajustar por edad, sexo, índice de masa corporal, hipertensión, colesterol alto, diabetes y función pulmonar. Los resultados determinaron que los fumadores actuales tenían corazones más gruesos, débiles y pesados comparados con los que nunca habían fumado.

El tabaquismo es un problema mayor de salud pública. La evidencia empírica del daño que ocasiona es evidente, por lo que es imperioso adoptar políticas públicas más efectivas y eficientes para combatirlo.