“Por primera vez en la abracadabrante historia de la humanidad, el hombre está en condiciones de alterar deliberadamente el rumbo de su especie”. Con esta afirmación arranca el periodista, asesor político y divulgador José Antonio Ruiz El último sapiens (La esfera de los libros), un ensayo que coloca al lector frente a los grandes dilemas que ocupan a los científicos estos días: ¿hasta dónde se debe permitir la investigación? Tenemos –o tendremos en breve– la capacidad de intervenir sobre el ser humano, dice Ruiz, hasta el límite de crear seres que dejarán de ser Homo sapiens. ¿Debemos hacerlo? 

Su opinión es que mientras se salvaguarde la dignidad del ser humano se deben explorar todas las vías. Más aún, “es especular, pero es muy probable que ya haya alguien” que sea un post sapiens, sostiene. Y si no ha pasado, pasará más temprano que tarde. 

A lo largo de 369 páginas prologadas por el profesor Pedro Guillén García y sobre las que sobrevuela constante la figura del investigador Juan Carlos Izpisúa –otros nombres como Raúl del Pozo o José María García apadrinan también el libro–, Ruiz reflexiona sobre los avances científicos en cuestiones como la longevidad, la eutanasia o la inmortalidad, sobre el rumbo de la humanidad y el futuro del Homo sapiens, una especie que ve camino de la extinción. 

¿Qué se va a encontrar el lector en este libro? 

Pretendía escribir un ensayo de divulgación científica, sin más pretensiones que entregar un texto serio y entendible por una persona de a pie y tratando de evitar el amarillismo. El objetivo que pretendemos –Izpisúa ha puesto mucho empeño en esto– es poner sobre la mesa el doble debate que los científicos quieren que se aborde: por un lado, sí o no a la manipulación de la línea germinal (¿tocamos los óvulos y espermatozoides? ¿Los cambiamos y creamos con ello un mutante, un post sapiens?). El segundo es sobre la gastrulación: si levantamos la prohibición de investigar en embriones o fetos más allá del día 14, que es el límite actual. 

Vamos por partes. La manipulación génica. ¿Qué es y cuál es el debate? 

Lo primero es la necesidad inevitable de debatir sobre los pros y contras de aplicar la ingeniería genética a los seres humanos, lo que científicamente se llama manipulación génica. Los peligros de la manipulación génica no están referidos, por ejemplo, a una investigación que consiga erradicar alguna de las 10.000 enfermedades monogénicas (causadas por la mutación de un solo gen). Si los genetistas fuera capaces de corregir el error en la mutación de un gen –que ya lo son en un estadio primitivo– erradicarían las 10.000 enfermedades monogénicas que conocemos. Parece que no hay discusión entre los científicos a la hora de aplicar la ingeniería génica a la erradicación de enfermedades como cánceres o la diabetes. 

Pero sí hay discusión en que se toque la línea germinal. En el cuerpo humano tenemos dos células inmortales: el espermatozoide y el óvulo. Si tocamos la línea germinal lo que hacemos es crear un ser humano de otra estirpe diferente al Homo sapiens porque tocamos la regla de la descendencia. Los científicos tienen claro que no les corresponde decidir qué está bien y qué está mal, pero sí que deben tener libertad de movimientos sin pasar la línea roja de atentar contra la dignidad humana. 

¿Y esta línea dónde está? ¿Se atenta contra la dignidad humana si se toca la línea germinal? 

Es la gran pregunta. Y ahí hablamos de la manipulación génica de los embriones humanos. La esencia del libro es: pongamos sobre la mesa el debate (desde la ONU hasta los Gobiernos, pero no la clase científica, que puede opinar pero está para otra cosa). Desde el año 2000 que conocimos la secuenciación completa del genoma humano han pasado 22 años y ya estamos en condiciones de manipular el genoma de una persona porque conocemos su composición. Lo que está en un periodo iniciático son las herramientas necesarias para manipular el genoma. La más avanzada es CRISPR, las tijeras moleculares. Pero no es tan fácil el cortar y pegar, porque lo que se corta y pega no son genes, son secuencias de ADN. Y entonces es muy fácil que en un descuido, desconocimiento o lo que sea, hagamos el corte y pega erróneamente y lo que salga de ahí, como es ADN, será diferente a un Homo sapiens

Podemos crear hombres superdotados manipulando genes, pero también infradotados, y estoy convencido de que se crearán unos y otros

Y luego está el debate sobre la gastrulación. ¿En qué consiste? 

La gastrulación es el periodo de vida intrauterina del feto que va desde el día 14 al 28, aproximadamente. Decía Izpisúa que la gastrulación son, biólogicamente hablando, los días más importantes en la vida de una persona. Lo que no entendemos los científicos es que tengamos una prohibición [de investigar pasado] el día 14. A partir del día 14, esto es un dato objetivo, aparece la línea primitiva, que en el embrión es la columna vertebral y a partir de ahí el desarrollo de nervios, neuronas y los primeros órganos. Está prohibido manipular embriones más allá del día 14 porque podrían crear súper hombres o personas infradotadas. También podrían aprovechar para corregir mutaciones y evitar que un niño naciera con síndrome de Down, por ejemplo. Otra cosa que se quiere poner sobre la mesa es que ya existen herramientas y conocimientos científicos suficientes para posponer esa barrera del día 14 y llevarla al 28, lo que permitiría a los científicos experimentar lo que ahora hacen con animales. ¿En qué cabeza cabe que pongamos una frontera intraspasable en el día 14 de vida intrauterina y tengamos que recurrir a un ratón para ver cómo se comporta un embrión en los primeros días de crecimiento? 

Siendo difícil generalizar, ¿la comunidad científica hacia dónde se inclina? 

Está mayoritariamente a favor de ampliar hasta el día 28 el periodo posible de manipulación del embrión y el feto. En cuanto a la manipulación génica, el consenso parece 100% para hacer frente a enfermedades. Pero para crear seres humanos distintos al Homo sapiens no hay unanimidad por ninguna parte. 

Jennifer Doudna (premio Nobel por su investigación en la edición genética) dice en el libro The Code Breaker: “Desde el momento en que los científicos emplearon CRISPR en embriones de primates para crear los primeros monos editados genéticamente, ya me estaba preguntando cuánto tardaría algún científico poco ortodoxo en hacer lo mismo en seres humanos”. Para mí la clave del libro es esto: ¿permitimos la manipulación génica que se hace en animales en la línea germinal de seres humanos? La mayoría de los científicos dice que no, porque si manipulamos óvulos y espermatozoides modificamos la herencia genética del Homo sapiens y lo que nace es una estirpe diferente. En el libro cuento el caso de un científico chino que dice que ha modificado la línea genética de dos hermanas para evitar que el VIH del padre infectara a las hermanas, pero no ha querido demostrar que eso es cierto ni publicar las pruebas. 

La idea de que seguramente ya se haya hecho permea todo el libro, de hecho. 

Yo como periodista me curo en salud y en lugar de hacer afirmaciones sin pruebas las convierto en preguntas. Es inevitable hacer especulaciones, pero mientras no haya pruebas no podremos decirlo. 

Fernando Sánchez 

El libro es científico, pero también habla de ética y moral. 

Yo creo que no. Si me preguntas qué opino lo tengo muy claro: cualquier herramienta médica, bioquímica, biológica que sirva para evitar 10.000 enfermedades monogénicas es deseable. ¿Soy partidario de seguir adelante más allá de prohibiciones oficiales para evitar estos cánceres sin cura a día de hoy? Al 100% te digo que sí. El planteamiento del prólogo de Guillén es que la única línea roja infranqueable es atentar contra la dignidad humana, cualquier otra cuestión es censura. 

El libro habla de mortalidad, longevidad, eutanasia… Está concebido como una tesis doctoral. La hipótesis de partida es muy clara: el hombre puede por primera vez cambiar el rumbo de su propia especie sin esperar a Darwin. Y a partir de ahí se desarrolla y trata de demostrar la idea. Pero sin apriorismos, sin tratar de ver cómo tengo razón, aunque particularmente lo tengo muy claro. 

¿Está convencido entonces de que esta vía nos lleva directos al último ‘sapiens’? 

Está claro. Izpisúa dice, nos guste más o menos, que estamos en condiciones con todos los avances que ha habido, sin despreciar a Darwin, de decir que no tenemos ninguna necesidad de dejar que sea el azar, la naturaleza, la que decida el curso natural biológico del ser humano. Podemos actuar deliberadamente. 

Hay multimillonarios como Bezos enloquecidos por buscar la eterna juventud, la longevidad será el gran negocio del próximo siglo

¿Seremos inmortales algún día? 

Inmortales no creo, longevos sí. Izpisúa dice que ya ha nacido la primera persona que vivirá más de 130 años. Es un dato objetivo que seremos longevos. Ahora mismo podemos crear no solo hombres superdotados, también, manipulando los genes, infradotados. ¿Que se crearán unos y otros? Estoy convencido. El problema no es la tecnología o hasta donde hayamos llegado, o la herramienta que creemos, es el uso que hagamos. 

Otra cosa que he querido lanzar con cuidado es el nacimiento de la empresa Calico o Altos Labs. Detrás de estas iniciativas empresariales hay multimillonarios como Bezos o Gates. En el caso de Alto han invertido 3.500 millones de dólares y estoy convencido de que no invierten para ganar dinero. Tienen más dinero del que necesitan para vivir una sola vida y están todos enloquecidos por buscar no la inmortalidad, pero sí la de eterna juventud. Ponen dinero para alargar su propia vida. El Financial Times ya dijo que el desafío de la longevidad va a ser el mayor negocio del próximo siglo. 

¿Cómo de avanzados estamos en ese campo? 

El proceso de longevidad es inevitable, cada vez viviremos más años y cada vez más jóvenes. El problema, dice Guillén, es que al vivir más años (los que sean) en un horizonte de 50 o 70 años aparecerán enfermedades que no han aparecido todavía porque nadie ha vivido tanto. La muerte de la muerte es un libro de José Luis Cordeiro, ingeniero del MIT. Es trashumanismo puro y duro: los singularistas sostienen que se va a acabar con la muerte por la vía de la investigación. Para mí eso es especulación que tiene más que ver con sectas que con ciencia. Mientras Aubrey de Grey dice que en 40 o 50 años seremos inmortales, Izpisúa dice que como mucho ya ha nacido el humano que viva 125 o 130 años. 

En el libro dicen que “es muy probable que en algún lugar del mundo haya nacido ya alguien, un primate perteneciente a la familia de los homínidos, que no es de la especie Sapiens, sino de una raza superior”. Es inquietante. 

Es una especulación. Me remito de nuevo a la frase de Doudna. Cuando tengamos las pruebas lo confirmaremos, pero es muy probable que ya haya alguien. Como una licencia poética cito a Sabina y digo que al Homo sapiens le queda lo que duran dos peces de hielo en un whisky on the rocks

El hombre puede por primera vez cambiar el rumbo de su propia especie sin esperar a la naturaleza

¿Y cuánto duran los peces en este whisky? ¿Hablamos de un siglo? ¿Tres? 

Diría que pasarán varios siglos hasta que seamos conscientes de que está desapareciendo la especie sapiens y está naciendo, haciéndose cada vez más numerosa, la especie post sapiens. Pero aparecerán de manera casuística muy a menudo casos, especulaciones sobre experimentos que se llevan a cabo por todo el mundo. 

Estoy pensando a raíz de esto que los conspiranoicos están muy preocupados por la teoría de la sustitución de la población blanca y lo mismo tendrían que estar mirando hacia otro sitio. 

[Se ríe] Te puedo hablar de la eugenesia. Todo el mundo piensa que se circunscribe a la Alemania de Hitler, pero en realidad empezó en Virginia, en la América profunda, y luego Francia y solo después Alemania. El país pionero es EEUU a finales del SXIX. La teoría la pusieron americanos y franceses, pero Alemania puso la práctica. Por eso a la hora de regular la manipulación génica y epigenética, Alemania es uno de los países más conservadores. Entre los más liberales está Israel. España está a mitad de camino entre unas y otras, aunque mantiene en pie su respeto a la regla del día 14. 

¿Vamos a resolver estas dudas pronto? 

De momento para la posibilidad de investigar sobre embriones hay una moratoria de cinco años, aunque es muy probable que se levante y se permita investigar el embrión y el feto como mínimo hasta el día 28. Esa batalla parece que se va a ganar pronto. La otra es más cruenta. Decidir el visto bueno a la manipulación génica del Homo sapiens, si permitimos manipular el óvulo y el espermatozoide, la herencia genética de lo que hoy conocemos como Sapiens, es lo que están decidiendo. Yo creo que sí y que no depende tanto de la decisión política ni la normativa que se implante a nivel mundial. Los rusos van por un sitio, los israelíes por otro… Tratar de encontrar una solución de compromiso que incluya a todas va a ser muy complicado. Los americanos montan un comité de bioética para cualquier cosa, los chinos la bioética aplicada a la medicina ni la conocen ni esperan conocerla. Esto va de hechos consumados.