Es María Natalia Lisa. Trabajó en el Instituto Pasteur de París durante 5 años y en el de Montevideo, pero decidió regresar a la Argentina. Ahora ganó un subsidio de la Fundación Chan Zuckerberg Initiative

 Florencia O’Keeffe 

Este jueves decenas de científicos del Mercosur se reunirán en la ciudad para el relanzamiento de un importante centro de biología estructural que reúne a profesionales de numerosos institutos de Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay.

Quien coordina el trabajo de esa enorme red es la investigadora rosarina María Natalia Lisa, licenciada en Biotecnología y doctora en Ciencias Biológicas, quien está a cargo de la Unidad de Cristalografía de Proteínas del Instituto de Biología Molecular y Celular de Rosario (IBR).

subsidio de la Fundación Chan Zuckerberg Initiative, que tendrá como destino profundizar la tarea del Cebem (Centro de Biología Estructural del Mercosur).

La fundación que otorgó el financiamiento pertenece a Mark Zuckerberg (el empresario estadounidense propietario de Facebook) y su esposa Priscilla Chan.

Natalia, egresada de la Universidad Nacional de Rosario (UNR), está orgullosa de este nuevo logro y del puesto que ocupa en el Cebem.

Es la primera mujer en estar al frente de este espacio que ya tiene unos 15 años de historia (que ahora busca reposicionarse), y ejerce esta tarea con perspectiva de género.

La científica cumplió a través de su carrera muchos de sus sueños. Uno de ellos, haber trabajado durante cinco años en el Instituto Pasteur en París (un centro que es referente mundial en la investigación para la prevención y el tratamiento de distintas enfermedades), un lugar que en su cabeza había estado como objetivo desde que era muy joven: “Sí, sabía que alguna vez iba a estar ahí”, dijo a La Capital.

En ese laboratorio, ubicado en un lugar privilegiado de la capital francesa, se especializó en investigaciones basadas en la biología estructural, una rama de la biología molecular que permite “desentrañar” la conformación de las proteínas y los ácidos nucleicos para, luego, generar posibles terapias para mejorar la calidad de vida de las personas, entre otras aplicaciones.

“Es un área muy importante, fundamental para entender cómo funcionan los seres vivos y conocer más sobre enfermedades que se producen por mutaciones, por ejemplo; sirve también, entre otras cosas, para diseñar nuevos antibióticos y generar soluciones biotecnológicas novedosas”, explica la investigadora, dando cuenta de que lo que sucede dentro de los laboratorios se traslada a cuestiones prácticas y tangibles.

Aunque su carrera tenía proyección internacional, lo que la llevó a distintos países, Natalia optó por regresar a Rosario en 2018. “Tomamos la decisión con mi pareja, que es músico, de volver al país. Después de estar en París nos instalamos durante dos años en Montevideo, donde me aboqué a temas referidos a una zoonosis, y desde allí regresamos a Rosario. Mi tarea hoy se desarrolla en el IBR. Desde acá, desde mi ciudad, encaro los desafíos que se presentan en mi trabajo, junto a mi equipo. Estoy contenta de poder hacerlo. Entre los distintos objetivos, uno muy importante es que la red de biología estructural del Mercosur crezca”.

Natalia tiene una beba de 9 meses, y como tantas mujeres que despliegan sus actividades en diversas áreas, conoce el esfuerzo que implica sostener el trabajo como mamá y su exigente tarea profesional, de allí que esté decidida a darle un impulso particular a las mujeres científicas.

Historia cercana

Ya desde el colegio secundario Natalia sentía un amor especial por la biología, la química, la matemática. “Empecé a conocer más sobre la carrera de Biotecnología, que se cursa en la Facultad de Ciencias Bioquímicas y Farmacéuticas de la UNR y me alucinó, quería hacer eso”, cuenta.

“Estudio, trabajo y paciencia”, dice, a modo de síntesis, cuando se le pregunta cómo logró dar pasos tan relevantes en su tarea como científica.

Una vez terminada la carrera, hizo el doctorado y se especializó en biología estructural, especialmente en cristalografía de proteínas por difracción de rayos X.

“Estoy a cargo de la Unidad de Cristalografía de Proteínas en el IBR, es mi puesto actual. En forma paralela empecé a trabajar como coordinadora del Centro de Biología Estructural del Mercosur, que relanzamos este jueves en Rosario, una red de 4 países que en Latinoamérica tiene gente en Brasil, Paraguay, Uruguay y Argentina. Desde esta red buscamos brindar los medios para que las personas científicas puedan movilizarse para hacer capacitaciones en distintos laboratorios y usar equipamiento complejo en bioimagen”, indica Natalia.

“Todo lo que hacemos implica equipamientos muy costosos y personas que tengan entrenamientos muy específicos, por eso es fundamental desplazarse entre laboratorios, intercambiar experiencias y conocimientos, como también fortalecer sinergias y colaboraciones. Queremos ayudar a impulsar a quienes tienen talento en estas áreas para que puedan participar de convenios internacionales. Además organizar cursos y congresos internacionales que le den mayor impulso a la biología estructural. El financiamiento que obtuvimos ahora le dará un gran apoyo a todas estas iniciativas”, explica.

El relanzamiento del Cebeb está vinculado al subsidio otorgado recientemente por la Fundación Chan Zuckerberg Initiative. Esta fundación tiene el objetivo de “curar, prevenir o controlar todas las enfermedades, para lo cual debemos asegurarnos de que los científicos de todo el mundo tengan acceso a la mejor tecnología y experticia”.

Por eso, la fundación decidió “apoyar 17 proyectos para aumentar el acceso a instrumentación y experticia en bioimagen para investigadores biomédicos en África, América latina y el Caribe y países de la antigua Unión Soviética”. El Cebem es uno de esos proyectos.

Gestionar desde Rosario al mundo

El director del IBR, Javier Palatnik, comentó: “Muchas veces recibimos subsidios para comprar equipamiento o para llevar adelante un proyecto científico. En esta ocasión el financiamiento recibido por María Natalia Lisa junto con colaboradores en Uruguay y Brasil tiene como objetivo crear y gestionar una red de intercambio y capacitación profesional para estudiantes e investigadores de países del Mercosur. Actualmente, para llevar adelante proyectos científicos o tecnológicos es necesario disponer de equipamientos de alta tecnología que son realmente caros y muchas veces necesitan ser manejados por personal especializado que debe capacitarse durante muchos años para usarlos en forma eficiente”.

Palatnik mencionó que el hecho de tener toda esa capacidad, técnica y humana, en un solo centro científico-tecnológico es muy difícil. “Esto se puede solucionar mediante el intercambio de las personas entre centros con diferentes perfiles y capacidades. En este caso el IBR actuará como nodo, gestionando intercambios de estudiantes y científicos que permitirán una capacitación continua y el acceso a equipamiento de última generación que está representado por distintos centros de la región”.