Dr. Oscar Bottasso

Es doctor en medicina y docente de la Universidad Nacional de Rosario (UNR), investigador superior del Conicet, director del ex Instituto de Inmunología de la Facultad de Ciencias Médicas, recientemente nombrado miembro de la Academia Nacional de Medicina. Es miembro del Claustro Académico de la Academia de Ciencias Médicas de Santa Fe.

“Respeto al Covid, pero no es el Ébola ni el HIV. Ya pasamos por cosas peores que estas”, expresó.

 

 



Varias reflexiones interesantes realizó Oscar Bottasso acerca de lo que se sabe y no se sabe sobre la vacuna contra el Covid-19 en una entrevista con Mirador Provincial.

También aportó información e hipótesis sobre cuáles podrían ser las próximas evaluaciones que giren en torno de la vacuna contra el coronavirus. Si bien Bottasso se basa en hechos científicos o en “tenemos evidencia que…”, como señala, reflota la posibilidad de que quizás en los próximos meses se discuta si las personas que estuvieron infectadas necesitan la vacuna del mismo modo que “no se vacuna a quien tuvo fiebre amarilla”, como ejemplificó.

Si bien le quitó dramatismo y temor al coronavirus afirmando que nada tiene que ver con el Ébola, que alcanzó un índice de mortalidad “entre el 40% y el 60%”, mientras que el Covid tiene su principal complicación en que escaló a un nivel pandémico, sí fue categórico en la “infodemia” que está atravesando la sociedad y que no le permite “procesar” la información correcta. Asimismo, destacó el accionar de las autoridades que lo consultan constantemente.

– ¿Cuál es su opinión sobre las vacunas?
– Han surgido vacunas que antes no se habían utilizado. Uno cuando tiene una infección viral puede usar tradicionalmente tres tipos de vacunas: una es realizada con virus vivos atenuados -como fue para la fiebre hemorrágica, para la poliomelitis- o puede tener vacunas de virus inactivados -como fue una de las primeras que se hizo para la polio: Salk-. Después aparecieron otras en las que solamente te ponían la proteína del virus (una de las Hepatitis B) y ahora aparecieron dos maneras novedosas de fabricar vacunas que, en vez de poner la proteína, ponen un código genético y después hay otra que utiliza el gen de la proteína del virus, pero lo ponen adentro de un adenovirus. Estas vacunas que se llaman de vectores adenovirales hay en este momento 4 dando vueltas: la de Oxford, la de Gamaleya, otra que aún no llegó de un laboratorio chino que se llama CanSino y la de Johnson y Johnson. Todas usan el mismo sistema.

– Entonces su mirada al respecto es que las vacunas son buenas…
– Todas las que se han probado tienen una eficacia que van del 70% para arriba. Después apareció la de Sinopharm, que es un virus inactivado; todas buscan que fabriquemos anticuerpos. Entonces vacunamos a la gente, 20 mil, 30 mil personas, lo que fuere, y ahí sacamos un indicador que se llama “eficacia”. Cuando esto nos da bien el perfil de seguridad de la vacuna, decimos: “Ahora vamos a examinar todas las carpetas de los vacunados y a partir de esto le vamos a dar un sello de aprobación que permite que se empiece con la vacunación”. Con esto, al cabo de un año, podemos ver cómo cae la enfermedad en todos los vacunados, entonces ahí vas teniendo una idea de que ya no se llama “eficacia”, sino que se llama “efectividad”. Es decir, nosotros empezamos a vacunar con un dato que se llama “eficacia”, con lo cual el año que viene para esta época, aproximadamente, seguro tendremos mejores datos de “efectividad”.

– Al principio se empezó a vacunar a todo el mundo de manera “sucia”, como se le dice, pero ahora emergieron hipótesis de que quizás con una sola dosis ya es suficiente. ¿Coincide con esta hipótesis?
– Todo lo que uno recomienda tiene que estar probado en un ensayo clínico. Uno no puede decir desde el punto de vista científico “a mí me parece que…”. Hay que decir que “nosotros tenemos evidencia de que…”. Entonces, yo vacuno y en el momento en que vacuno, pongo una dosis -sé que tengo que esperar tres semanas- y antes de poner la segunda dosis voy a ver qué título de anticuerpos tiene. Esto es lo que se está haciendo ahora y se está viendo que en realidad hay mucha gente que con una dosis produce muy buenos títulos de anticuerpos que presumiblemente serían ya de por sí suficientes para que uno esté protegido. Pero todavía no está demostrado.

Por ejemplo, Johnson y Johnson hizo un estudio en Estados Unidos donde vieron que los niveles de protección con una sola dosis son muy buenos, con lo cual ellos van a decir que con una dosis están conformes, pero hasta que uno no lo tiene bien probado, lo puede sugerir, puede plantearlo presumiblemente, pero todavía no tengo la firma definitiva.

– La ciencia pudo demostrar que cuando uno tuvo otras enfermedades como la fiebre amarilla, por ejemplo, luego no fue necesario que se aplique la vacuna correspondiente. En este caso, si aún es reciente, ¿considera necesario que una persona que tuvo Covid se vacune?
– La historia es la siguiente: hay mucho temor, hay mucha preocupación, hay variantes. Entonces hay que gente que vía de esta cuestión dice “yo tuve Covid, pero no produje buenos anticuerpos, no estoy seguro y me la coloco igual”. El tema es que haber tenido Covid no es una contraindicación para que uno no se vacune. Yo creo que pasado unos cuantos meses, cuando se acumulen más datos, más evidencias, probablemente veremos a futuro si la gente que tuvo Covid no necesita la vacuna, porque le queda una protección duradera. No lo sabemos todavía. Lo que uno puede usar con un razonamiento analógico -y no porque tenga pruebas- que en el pasado a gente que tuvo Hepatitis no le pusieron la vacuna del Hepatitis, a gente que tuvo fiebre amarilla no le pusimos la vacuna contra la fiebre amarilla y probablemente a gente que haya tenido Covid y vuelve una variante que no es tan distinta, que a lo mejor esa persona que tuvo Covid todavía sigue protegida, quizás no haya necesidad de vacunarla en el futuro. Esto lo tenemos que terminar de aprender. Estamos intentando aprenderlo. Lo que pareciera que surge ahora es que, si tuvo Covid, en realidad más que una dosis no hace falta.

La pregunta que yo dejo picando es que a lo mejor, dentro de seis meses o un año, nos damos cuenta de que no hace falta la segunda dosis y que la primera dosis, a lo mejor, para algunos, pero no todos.

– Con respecto al sentido de la vacuna, ¿es para prevenir la enfermedad, disminuirla o para evitar contagios? En definitiva, ¿para qué sirve?
– La vacuna significa que, si yo produzco buenos anticuerpos y me infecto, cuando el virus gana mi organismo, voy a tener anticuerpos para neutralizarlo. Eso es lo que significa la vacuna. Ahora si vos me decís cómo me infecto, lo más probable es que sea por vía respiratoria. Los anticuerpos que se ubican en la mucosa de la nariz se llaman Inmunoglobulina A secretora, pero los que yo mido en la sangre son Inmunoglobulina G, entonces yo puedo tener buenos anticuerpos circulantes que me van a proteger cuando el virus quiere entrar más adentro, pero a lo mejor en este nivel -zona de la nariz- todavía el virus puede entrar al organismo, aunque cuando quiera llegar más profundo e infectarme más no lo va a poder hacer porque uno es inmune, pero al ingresar por la nariz algo puede hacer. Eso todavía está por resolverse.

– En el caso de que esta hipótesis de que aquellos que tuvieron Covid no necesiten la vacuna en un futuro, dispara otro interrogante: ¿para vacunarse, deberían previamente realizarse test de anticuerpos aquellos que no tienen conocimiento de si estuvieron infectados o no, por haberlo transitado, quizás, de manera asintomática?
– A nivel de gran escala no es fácil, no es sencillo. En base a lo que se sabe hoy, a lo mejor en los asintomáticos, con enfermedades leves, los anticuerpos decaen antes. Entonces, quizás, en esa persona que ni se dio cuenta que tuvo Covid probablemente una dosis de la primera vacuna no le venga mal. Pero en los que sí tienen registro de que tuvieron Covid, hay estudios recientes de enero, que indican que los anticuerpos siguen dando vueltas entre seis y ocho meses. Uno dice que tienen que decaer los anticuerpos, porque cuando el virus desapareció y se controló, el sistema inmune tiene que “bajar el volumen”, porque vos no podés fabricar anticuerpos contra todos los gérmenes que estuviste expuesto porque vivirías gastando energía en hacer anticuerpos que no necesitás. El sistema inmune es muy sabio. Pero cuando detecta el virus el sistema rápidamente “sube el volumen” y ataca rápidamente, así es básicamente el mecanismo.

– En esta línea de lo que se sabe hasta ahora, ¿hay conocimiento de si es perjudicial o se generan efectos adversos al vacunar a alguien que tiene anticuerpos altos?
– De momento no se sabe. Pero hay dos principios en la medicina: hay un principio que se llama de prevención. Cuando yo sé todo lo que hay a futuro, porque lo estudié bien, sé qué cosas tengo que hacer para prevenir. Cuando no sé todo lo que hay en el futuro -como este caso en el que estamos estudiando-, en lugar de prevención se utiliza el principio de precaución. Quiero decir que uno avanza de a poquito. Estamos en este momento aprendiendo. Para no meter la pata, el consejo es siempre tener prudencia y precaución, y eso es lo que hace la investigación.

– ¿Cuáles son los principales puntos que no se saben todavía sobre la vacuna?
– Una de las cosas que no se saben desmenuzadamente es cuánto dura la inmunidad, cuántos son los mecanismos implicados en la interacción humoral y celular para proteger eficientemente. Y hay un tema muy remanido que es cuándo vamos a tener la inmunidad del rebaño. Lo que hay son modelos, estadísticos matemáticos, que es lo mejor que podemos tener, pero cuando uno tiene un modelo tiene que saber que no necesariamente se reproduce en la realidad. Es mucho mejor que no tenerlo, pero es un modelo.

“Infodemia”
– A un año de la irrupción de la pandemia, se nota que las personas todavía mantienen un gran desconocimiento sobre el Covid, ¿a su criterio cuál es el porcentaje de información verídica que maneja la sociedad al respecto?
– Yo creo que lo que hay es un problema serio que se llama infodemia, o sea hay una epidemia de información. Vos podés tener una enorme cantidad de información, pero el cerebro es siempre el mismo, la capacidad de procesar es siempre la misma. Hay que crear centro de lecturas y análisis críticos para digerir todo ese maremágnum de información y, en función de esto, señalar cuáles son las conclusiones que podemos sacar al respecto.

– ¿Usted es una fuente de consulta por parte de las autoridades provinciales y municipales, de modo de poder bajar una línea de información certera?
– Di clases muchos años. Uno conoce a algunas personas por el trabajo que tuvo. Por esa suerte de amistad y compañerismo, uno ha tenido que hablar con gente que se desempeña en la provincia como en la municipalidad. Por la cuestión de vivir en Rosario y por la pandemia, estuve más cerca de la gente de la Municipalidad. Recibí muchas consultas y tuve una interacción muy saludable.

– ¿Al Covid usted le teme o lo respeta?
– Yo lo respeto, pero no es el Ébola. No estamos hablando del Ébola que tuvo un índice de mortalidad del 40% al 60%. No es el HIV antes de la terapia retroviral, que uno sabía que el grueso de la población -más del 80%-, en un año y medio o dos años se iba a morir. El Covid no es ese tipo de cosas. Lo que tiene es que, al ser pandémico, tomó una dimensión planetaria. Ya pasamos por cosas peores que estas.