Desde que se eliminó la infección tradicional, en la década del 80, solo se la aborda en una clase de la formación de los futuros profesionales de la salud

  • LA NACION
  • 26 May 2022
  • Fabiola Czubaj

Con la creciente detección de casos de viruela del mono en más de una decena de países donde nunca antes se había oído hablar de la infección, profesionales de la salud e investigadores empezaron a refrescar conocimientos. También, ya hay facultades de medicina que, tras la confirmación preliminar del primer caso en el país, incorporarán la viruela a la currícula, con más tiempo que una clase.

Docentes consultados coincidieron al señalar que no se enseñaba como enfermedad en la formación profesional tras quedar erradicada del mundo. Eso ocurrió hace cuatro décadas. Hoy, los estudiantes escuchan hablar de la viruela al aprender sobre diagnóstico diferencial, que es el procedimiento que hay que seguir para llegar a un diagnóstico mientras se van descartando otros que comparten inicialmente síntomas comunes. En este caso, sobre infecciones eruptivas.

“Si bien habíamos dejado de incluirla en la currícula porque el último caso diagnosticado en el mundo es de 1977 y la Organización Mundial de la Salud (OMS) la declaró erradicada en 1980, por lo que se dejó de aplicar la vacuna antivariólica, siempre la incluimos entre los diagnósticos diferenciales que comienzan con síndrome febril agudo, como tantas otras enfermedades, que luego toman características que permiten el diagnóstico clínico y la confirmación por laboratorio”, explica Marcelo Corti, titular de la cátedra de Infectología de la Facultad de Medicina de la Universidad del Salvador.

No darlas por eliminadas

Aun cuando el virus que causa la viruela del mono no es el mismo que provocaba la viruela original, ambas infecciones comparten síntomas y la aparición de lesiones (pústulas) en la piel. Así que dedicarle más espacio curricular hacia el final de la carrera, cuando se cursa infectología, la pondrá bajo el radar si en la residencia se presentara algún caso potencial.

El brote en curso, que alcanza a por lo menos 17 países fuera de África central y occidental, donde la viruela símica es endémica, viene a ratificar un principio que recuerda Corti, jefe del Departamento de Infectología del Hospital Muñiz: “A las enfermedades infecciosas hay que respetarlas y nunca darlas por totalmente eliminadas”.

El mes que viene, en la Facultad de Medicina de la Universidad de Buenos Aires arranca la cursada de virología, de cuarto año de la carrera. Sobre la viruela, se menciona que fue uno de los mayores éxitos de la vacunación porque permitió su erradicación. Es probable que surjan preguntas en las clases sobre la viruela símica. Para incorporar una enfermedad en la currícula, como sucedió con Covid-19 y el virus SARS-CoV-2, “tendría que tener un impacto clínico y epidemiológico importante para que un estudiante necesite suficiente conocimiento para considerarlo en la práctica como médico generalista”, explica Manuel Gómez Carillo, profesor adjunto del Departamento de Microbiología a cargo de la asignatura y miembro del Conicet en el Instituto de Investigaciones Biomédicas en Retrovirus y Sida (Inbirs).

En la Universidad Nacional de La Plata también se incluye en una clase. Un video preparado por la profesora Silvia González Ayala, especialista en enfermedades infecciosas, habla de la viruela como diagnóstico diferencial de la varicela y la viruela símica al mostrar imágenes de cómo son las lesiones en la piel. Por unos minutos, se detiene en una de las fotografías de pacientes con diferentes enfermedades eruptivas. Corresponde a la viruela del mono, que define como “una enfermedad de evolución más benigna que la viruela tradicional, la única enfermedad de la que se declaró su erradicación en 1980”.

“No la olvidamos del todo”

“Las lesiones que causa la viruela son más grandes, profundas, hondas y con pus, por eso queda la cicatriz de por vida, ese picado de la viruela en la piel”, amplía González Ayala en diálogo con la nacion sobre el contenido de la clase.

También en la USAL, la viruela comparte una clase con otros dos grupos de enfermedades exantemáticas, según el tipo de lesión que produce, como son la escarlatina, el sarampión y la rubeola, por un lado, y la varicela, el herpes y la viruela, por el otro. “No la olvidamos del todo, pero hasta el momento no daba para una clase completa”, señala Corti. “En el caso de esta viruela simiana, tiene características distintas a la tradicional y con una carga de letalidad aparentemente muy inferior. Es una enfermedad que se autolimita: compromete el estado general, pero no es grave. Lo que sí comparten es la alta contagiosidad”, define.

En sus clases, surgen preguntas como con Covid-19. “Es una novedad –indica Corti–. Los estudiantes llegan a cursar en la carrera la materia sobre las enfermedades infecciosas y hay muchas que las escuchan por primera vez. Las ven en el último año y, para muchos, puede ser la materia con la que se reciben. Es importante, en este contexto, que las conozcan para aumentar la sospecha cuando estén frente a un paciente.”